miércoles, 25 de marzo de 2009

La inconmensurabilidad del mar

Que pequeño me hace sentir, a su lado puedo sentirme otro granito mas de arena que se revuelca bajo sus olas, sus constantes olas.
El mar nunca duerme, siempre se mantiene en un constante movimiento, un movimiento que puedo ver en una costa bonaerense al mismo tiempo que un africano en Sudáfrica o un español en la costa ibérica, cual es la diferencia? los tres miramos el mismo horizonte.
La llegada a la costa siempre esta acompañada de mucha felicidad, poder enterrar los pies en la arena con el sol quemándote los hombros y una brisa que durante todo el día te refresca debajo de ese sol que te ataca con sus rayos como si fuesen flechas. Llegada la noche ese que tanto te atacaba deseas que vuelva lo mas pronto posible...esa brisa que antes te refrescaba se había convertido en un viento insoportable que lo único que quiere es echarte de la playa, pero no!, aguantas todo lo que puedes con un mísero buzo sabiendo que la batalla tarde o temprano va a ser perdida, vas a abandonar la playa, pero sabiendo que vas a volver, uno siempre vuelve al mar.

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